29/01/2010
El diseño gráfico no es un fin, sino un medio para hacerse un hueco en el mercado y en la sociedad, y en definitiva, para conseguir el éxito.
Los trabajos de diseño gráfico deben realizarse desde la perspectiva del cliente y, a su vez, desde la perspectiva de sus clientes, para que los diseños tengan la fuerza y la capacidad suficiente para llegar al público al que van dirigidos. Para atraerlo, impactarlo y motivarlo a la acción.
Plasmar gráficamente los conceptos en torno a los que gira la imagen del cliente, sus productos o servicios, e intentar siempre dotarlos de valores añadidos y estratégicos para su organización: calidad, prestigio, innovación, proximidad, etc., son los valores que se deben traducir en la producción de elementos gráficos, visuales, con los que hoy en día afortunadamente se puede jugar con posibilidades casi infinitas:
El diseño gráfico ha estado en constante evolución, desde las tipografías de la antigua Grecia, pasando por los grabados medievales, la tipografía moderna de la imprenta de Gutenberg, la industrialización del libro, el movimiento de Artes y Oficios o la escuela de la Bauhaus, hasta la digitalización del diseño. Este proceso es de evolución continúa y por eso es necesario evolucionar con él, aplicando el diseño gráfico, más allá de sus posibilidades impresas, a cualquier soporte audiovisual, digital, multimedia e interactivo. Hay que estar con el ojo puesto siempre en las últimas tendencias y con el máximo respeto, creatividad y profesionalidad.
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